Tan
especial como triste. Su encanto indefinible hechiza, perturba, provoca
preguntas, hace volar y luego golpearte contra el misterio de la naturaleza
humana y sus laberintos. Comparto la opinión de mi viejo amigo Jorge Martín que
escribió sobre ella: “Este cineasta nació
para hacer ‘Jules et Jim’. Es una película que tenía que existir, tenía que
hacerse como en literatura ‘Crimen y castigo’ de Dostoievski, o como ‘M. el
vampiro de Dusseldorf’, o como ‘Frankenstein’. No me habría importado demasiado
si no hubiese hecho otra película en su vida salvo ésta”.
Esta
película poética, lúdica, melancólica, cuestionadora, explora el origen de la
amistad, de cómo la amistad es la base del amor (cuando es amor y no una
relación intercambiable para remediar la soledad), de cuando el deseo surge de
una íntima conexión y de cuando surge de un acercamiento inevitable, de las
personas con muchas facetas a las que les resulta difícil poder compartirlas
con una sola pareja, de la natural aparición de varias parejas de distinto
nivel, contacto, expresión, pero todos ellos igualmente imparables.
Por Tesa Vigal
Habla, por tanto, de la misma naturaleza del amor, uno de los grandes misterios, revelando que es tan natural una relación monógama como las otras, dependiendo de las personas implicadas. Y de la dificultad de encontrar personas que lo gocen y lo entiendan sin sufrir. Siempre suele aparecer un lado del espejo que acaba enturbiándolo y aquella relación con vocación de libre maravilla se estrella contra las contradicciones.
Por Tesa Vigal
Habla, por tanto, de la misma naturaleza del amor, uno de los grandes misterios, revelando que es tan natural una relación monógama como las otras, dependiendo de las personas implicadas. Y de la dificultad de encontrar personas que lo gocen y lo entiendan sin sufrir. Siempre suele aparecer un lado del espejo que acaba enturbiándolo y aquella relación con vocación de libre maravilla se estrella contra las contradicciones.
La
historia empieza con la amistad profunda, cómplice, de Jules (Oscar Werner) y
Jim (Henri Serre), de esas amistades tan compenetradas que llegan a formar casi
una tercera persona producto de su mezcla única. Escenas llenas de rotunda
intensidad y desenfadado juego que adquieren otro sentido y conexión a tres
bandas cuando conocen a Catherine (Jeanne Moreau). El sentido que da mayor
profundidad a su amistad, añadiendo a ella la peculiaridad de Catherine, su
apuesta radical por la vida que fascinará a los dos amigos, les turbará, les
enfrentará a sus contradicciones y les hará vivir en el presente, lo único que
existe, reconociéndose a sí mismos y reconociendo a los otros. Vivir al límite
no tiene que ver con acciones externas sino con actitudes internas y es
insostenible aunque allí anida lo auténtico.
Una frase de la película hablando
sobre su encuentro con Catherine: “Jules
y Jim estaban emocionados, como ante un símbolo que no comprendían”. Y
Jules hablando de Catherine con Jim: “Hace
las cosas a fondo, una por una. En todas las circunstancias, en medio de su
claridad y su armonía, vive guiada por el sentimiento de su inocencia”.
A
Catherine le fascina el soñador Jules. Y le atraerá con la misma intensidad el
apasionado Jim. Pero hay más. A Catherine también le hará feliz la rica y
divertida amistad de Jules y Jim, reconociéndola como una persona más. Por eso
tendrá una relación con los tres y cada uno de los tres dará sus frutos,
enfocará esquinas y rastreará huellas. El camino es la meta. La escena en la
que Catherine se viste de chico y se pone un bigote y corren por la calle, como
vagabundos de su propia complicidad. O cuando van en bicicleta, o cuando ella
les canta, o les sonríe con desafiante alegría.
Y sin
embargo esa melancolía, siempre aleteando sobre sus cabezas, porque ellos se
muestran incapaces de sostener esa historia. Los dos se irán alejando, vencidos
finalmente por sus miedos. Catherine también se rendirá, con una acción final
que apunta a su más íntima y absoluta manera de sentir la vida. Para mí es ahí
donde radica el más escurridizo misterio de la historia. Su lado más temible,
ese que roza abismo y bucea bajo el mar profundo. Esa actitud que no admite
convenciones ni sucedáneos.
Truffaut |
Pero siempre quedará lo luminoso de la amistad, la
entrega incondicional de los niños jugando. El desafío de la libertad, ese
ingrediente básico del amor, que pocos respetan (y aún menos miman). Suele
preferirse la comodidad a corto plazo de las etiquetas y la supuesta seguridad
de la lista de obligaciones.
Si se vive
se explora. Si se explora da miedo. Si se vive el miedo, desaparece. Creo.
Hola!! Como estás? te he nominado a una cosa que circula por la red de los @liebsterAwards pasate por mi blog si quieres para tener más información tvecinofavorito.blogspot.com.es Saludos! te veo en el quiz!
ResponderEliminar.
ResponderEliminar... Bonjour Tesa, espero no importunarte, buscaba una fotografía de Bowles con pipa y chilaba, se que está en la solapa de portada de uno de sus libros en Alfaguara, y que lo tengo, pero no he conseguido encontrarlo, podrías decirme, por favor, de cuál es, merçi ...
Salud!
Pepe benito.calcerrada@gmail.com
PS he estado picoteando y husmeando por tus blogs, me ha gustado tu selección temática, clásica contemporánea, y la cuidada imaginería, iniciada con esa niña curiosa levantando el velo ...
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