sábado, 20 de diciembre de 2014

'Abre los ojos' de Amenábar


Por Tesa Vigal

De 1997. Segunda peli de Amenábar. Los actores: Eduardo Noriega, Penélope Cruz, Najwa Nimri, Fele Martínez, Chete Lera. Amenábar recalcaba, en las entrevistas sobre la película, una de las primeras imágenes: La Gran Vía de Madrid desierta a las 10 de la mañana y un chico que acaba de salir a la calle en su coche, contemplándola atónito y turbado hasta que el miedo le hace salir del coche y correr ante esa anomalía, más inquietante aún por ser algo posible y sin embargo absolutamente insólito. Tan extraño que huele a trascendente: algo ha debido pasar. Y lo que es peor, algo está pasando. Fuera, en el mundo exterior, o dentro. Puede que sea cosa de su percepción… Y además está completamente solo. Nadie a quien preguntar, con quien contrastar lo que percibe. 


Es una escena clave por condensar el eje central de la historia. Su tema principal. Aunque también lo hace la escena con la que se abre la película: una voz susurra “Abre los ojos” repetidamente y en la oscuridad. Hasta que una mano apaga el despertador y su mensaje grabado y un chico se despierta. El mismo que saldrá a continuación a la calle desierta. Pero también el mismo que a continuación está hablando con un psiquiatra contándole el sueño de la calle solitaria, tras despertarse de nuevo, oyendo idéntico mensaje en el contestador… Se ha despertado dos veces. Ha actuado en sueños y ha actuado en la vigilia. Pero ¿cuál es cuál?

Además no sólo aparecen en esta historia las experiencias vividas en sueños y en la vigilia, sino también en otra tercera realidad paralela, virtual en este caso, producidas supuestamente por una empresa dedicada ¿a qué en realidad? 


Y las apariencias. No sólo en las facetas con las que nos relacionamos con el mundo, sino el aspecto físico, la “cara” con la que nos presentamos a veces contradictoria, a veces complementaria, a veces una pesadilla, como la cara monstruosa producto de un accidente… El protagonista pasa de triunfador a perdedor, y no uno cualquiera sino un monstruo condenado al aislamiento y al rechazo social.

También hay dos chicas con diferentes nombres, que en un momento dado tienen el mismo. Y momentos ya vividos. Identidades que se derrumban y se crean. La identidad, ese tema que le fascina a Amenábar y que está presente en todas sus películas, más o menos directamente. “¿Quiénes sois?”, pregunta el protagonista en la escena final. Y otro personaje le dice en otra escena “a lo mejor no te gustaría la verdad”.

La historia responde a esas preguntas, pero de una manera tan inquietante y ambigua, que ese es precisamente el enorme caudal sugerente con el que te quedas mientras la ves, y al acabar de verla.

Es de esas películas que te atrapan por completo, casi hipnotizándote, o bien te deja fuera y no la soportas. A mí me fascinó. Me parece la mejor película de Amenábar, por ser la más personal quizás.
       




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