sábado, 23 de agosto de 2014

El cine negro, allí en la línea de sombra donde sus personajes están vivos

Por Tesa Vigal


(Dedicado a Lauren Bacall, abajo foto, por su reciente muerte)

Blanco y negro, aunque sea una película en color. Los contrastes de sombra y luz rodean, insidiosa y sutilmente, a los personajes del cine negro cuya seña de identidad quizás sea la del título. Personajes vivos, a diferencia de historias metidas en el género thriller que sólo ofrecen una acción vacía. 


Hay historias de cine negro en cualquier década. Pero todas tienen ese claroscuro que penetra hasta los huesos, sin que te des cuenta de ello hasta que sus historias de piel, y otras fronteras, empiezan a oler a leyenda.

El mundo en que se mueven es cortante y hondo. Gente ambigua y solitaria frente a la barra de cualquier bar, como en un cuadro de Hopper. Y de pronto todo estalla, confundido y radical, en acciones con peso y con fuente, a menudo extremas, en ese universo brumoso entre lo legal y lo diferente, lo inadaptado, lo peculiar. Pero es una inadaptación asumida, sirviendo siempre a un sueño absorbente. En la última escena de 'El halcón maltés' (la primera película de John Huston), un policía pregunta al detective interpretado por Bogart sobre el material de la estatuilla de halcón perseguida por todos y nunca conseguida. Y Bogart acaricia la estatua y responde: "del material del que están hechos los sueños" (abajo foto).


A través de su acción surge a borbotones lo íntimo, lo sutil, lo poético, lo rebelde. No hay personajes sencillos, por muy directos que sean sus gestos. Y las relaciones participan también de esa complejidad y de esa guerra interior, que suele condenarlas de antemano.

Gentes arrastradas por una vida hostil, en perpetua lucha contra una sociedad o una situación personal que les presiona, o les amenaza, empleando para ello todos los medios al alcance de su código personal. Seres que nunca se resignan. Pueden ser en apariencia débiles o perdedores, pero su interior sigue persiguiendo sus sueños hasta el final. Aunque ese final puede ser la muerte. Aún así morirán vivos. No siempre se logra.

Se trata de la vida en constante desafío, sin conformarse con las pequeñas gratificaciones que la sociedad concede. Sin admitir sustituciones, aunque eso suponga, a veces, el péndulo de todo o nada. En ocasiones, ese sueño de libertad encierra la cruel contradicción de contener en germen los valores que quieren dejar atrás, dejando una estela de actitud desgarrada.


En algunas de sus historias se habla de personas para las cuales triunfar es sinónimo de ser libres, más allá de perder o ganar. Por ejemplo el conmovedor y furioso James Cagney en 'Al rojo vivo' de Raoul Walsh, con su impresionante y esperpéntica escena final: "¡Soy el rey del mundo!" grita, rodeado de llamas, a punto de morir. Y lo es porque acepta todas y cada una de las consecuencias de la vida que ha elegido vivir. 

Como el protagonista de 'El buscavidas', de Robert Rossen, con una mítica interpretación de Paul Newman. Una de las películas más tristes, sobrias, íntimas, ásperas y bellas de la historia del cine. 

O Bogart en 'El último refugio', de nuevo de Raoul Walsh.


Ser ellos mismos, sin concesión alguna. ¿Para qué vivir sino...? Y es que Bogart es un punto y aparte en el cine negro. Nadie mejor que él interpretando la melancólica ironía del detective Marlowe en 'El sueño eterno', de Howard Hawks. Basada en una novela del irrepetible Raymond Chandler, en la que no importaba tanto lo que sucedía sino todo lo demás. En una de sus frases más representativas (no recuerdo a cuál de sus novelas pertenece) alguien le dice al detective Marlowe: "No me gustan sus modales" y él responde: "No se preocupe, no están en venta". Película con uno de los finales más sugerentes y bruscos. Dos personajes (Bogart y su memorable pareja Lauren Bacall) se encuentran en una casa, con un cadáver, asediados por otros que disparan fuera, con una sirena de policía acercándose. Y sin tener nada que ver, en realidad, con ninguna de las tres cosas. Y la escena se corta de pronto, en medio de esa acción. Fin. Porque esa acción no era lo importante, sino su pertenencia a una tierra de nadie. 
'El buscavidas'

Ese sobrio detective esperando en su perdido despacho, tratando de mantenerse al margen de la mezquindad que le rodea, o de las motivaciones de aquellos que le contratan. Buscando la luz en la oscuridad.

Personajes apasionados cuya vida se desborda en gestos sensuales, contradictorios o a contrapelo. En sus miradas intensas y sus sentimientos profundos. Por eso a aveces se mueven lenta, parsimoniosamente, cuando la vida borbotea en su interior, contenida hasta el momento de expresarse en un gesto. Es la forma fascinante, lenta y densa, de Lauren Bacall encendiendo un cigarrillo en 'Tener y no tener'. En ese segundo, pasado por alto como algo nimio por otros personajes, se concentran todos sus sentidos, ideas y deseos.

Es Faye Dunoway interpretando a la atormentada e inquieta Bonnie de 'Bonnie and Clyde', de Arthur Penn, en los 60. En esa escena en su habitación, moviéndose por ella desnuda, sintiéndose enjaulada. Y es Clyde  (Warren Beatty) sintiendo que le pide más a la vida, oscilando entre la ingenuidad y el miedo, la furia exacta y la ternura, sin lograr saber nunca qué es aquello que pide. La peripecia de la pareja será una búsqueda constante. Basada en la pareja real que vivió y murió acribillada en los años de la gran depresión. 


O el personaje de William Hurt en 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan, en los 80. Cuando sabe que si elige relacionarse con Katherine Turner será para abandonar para siempre una vida cotidiana carente de sentido. Esa inolvidable escena, mirándose ambos a través de las ventanas de la casa con las luces encendidas... 

Aunque ese tipo de elección va un poco más allá en 'Perdición' -'Double indemnity'- del inmenso Willy Wilder, que en esta historia de espesa tristeza y desafíos personales cuenta el encuentro que pone en marcha toda una exploración de los propios límites personales. Un reto privado, porque la mujer que baja las escaleras con una pulsera en el tobillo está claro que es alguien muy especial (de algunas de estas pelis y de ésta en concreto hablé en la revista wakan de mapas imaginarios. En este blog irán apareciendo los textos rescatados).


El cine negro es fronterizo, por dentro y por fuera. En esta última década vi otra peli que de nuevo roza este universo: 'Brick', una película independiente de Rian Johnson, protagonizada por un detective adolescente, en realidad, un estudiante de instituto encarnado por Joseph Gordon Levitt. Una historia de atmósfera inquietante y sutil, cuyo punto de arranque es la búsqueda de un amor perdido (foto abajo).

'Brick'
Bonnie and Clyde














Acabaré con dos frases de Bogart, el de la mirada triste de ironía lúcida: "Puedo ser tu amigo o tu enemigo, todo depende de que pueda seguir siendo yo mismo". Y la que le dijo a una periodista, poco antes de morir: "Puedes decir que ya estoy preparado para tomar mi última copa".       

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